domingo, 1 de marzo de 2015

La televisión como foco de libertad o amenaza en la esfera política


La política democrática, por mucho que sea un recurso usual de toda clase de retóricas, no puede ser menospreciada. Necesita de mecanismos institucionales que garanticen no solamente la formulación de leyes, sino su exigibilidad y su respeto por parte, especialmente, de agentes gubernamentales y gerentes privados. Tampoco puede ignorar la importancia de la formación democrática de demandas sociales (Sojo; 2004, p. 152).

La comunicación es un aspecto central de estas transformaciones, las que inundan todos los aspectos de la vida, además de las decisiones de producción, los niveles de precios y los procesos de mutación de la industria cultural, entre otros asuntos.

La televisión misma se convierte en un reclamo fundamental de las comunidades regionales y locales en su lucha por el derecho a la construcción de su propia imagen, confundida así con el derecho a la memoria (Martín-Barbero, 1999, p. 288).

En Chile, y en general en América Latina, existe cierta similitud entre la jerarquización de la agenda mediática y el organigrama político. La cercanía del vínculo directo, entre los medios de comunicación y la clase política se hace evidente, no solo en el volumen de noticias diarias relacionadas con en este ámbito, sino además por detalles como la frecuencia de consulta de fuentes oficiales e incluso el lenguaje con el cual los periodistas se refieren a estos.

Lo que se denomina organigrama político, no se refiere únicamente a la división de las ramas del poder estatal en funcionarios-gobernantes de las ramas legislativa, ejecutiva y judicial, sino en el orden de influencia, la frecuencia y la capacidad con las que esferas como la económica, la religiosa, la académica, la seguridad nacional o el deporte, son capaces de desplazar el imaginario de relevancia de una manera tal que son capaces de opacar la intención de deliberación del público frente a temas de mayor interés o impacto en términos generales.

A pesar de que, como lo muestra la historia, en sus albores, la comunicación mediática de masas comenzó como una herramienta política, en la actualidad se pretende mostrar a los medios y particularmente la televisión, como agentes neutrales e imparciales. Sin embargo, la intersección en la que convergen la información de interés general y la rentabilidad, conforma un área difusa entre los principios periodísticos en los que en teoría deben primar la información culturalmente útil o valiosa, la difusión de hechos novedosos y recientes, y los principios económicos de la rentabilidad, la producción eficiente, el posicionamiento de marca (o auto-pauta), la venta de espacios para infomerciales, el mundo del espectáculo y lo de moda: la política.

En este sentido, los medios están como todo o casi todo, al servicio de las lógicas del modelo socioeconómico y no de las necesidades culturales de la ciudadanía cumpliendo una función socioeconómica primordial, y es la de generar un ambiente de confianza que sirva como caldo de cultivo para la proliferación de las iniciativas económicas que tienen como objetivo primordial, persuadir al público de apoyarlas.

J.P. Arancibia en su texto: Comunicación Política explica cómo a partir de la irrupción de la televisión y su fusión con la política, esta última sufrió un proceso de transformación creciente, el cual consiste en potenciar y acentuar esos rasgos de espectacularidad.

La televisión se vuelve una escena privilegiada de la política, con tres procesos para la configuración de la mediatización de lo político: la emergencia de una sociedad de masas; la expansión e institucionalización de los medios de comunicación social como agentes organizativos y articuladores de un espacio social simbólico; y los procesos de captación, utilización y cooperación entre los sistemas políticos y los medios de comunicación.

Para Dominique Wolton la exhibición de políticos en televisión constituye una excelente posibilidad para que los ciudadanos se enteren de las distintas ideas y proyectos políticos de modo que estén completamente informados de las diferencias ideológicas y políticas. Wolton sostiene que la comunicación política es un proceso indispensable para el espacio político  contemporáneo. Su modelo de comunicación instituye y autoriza el ingreso de ciertos agentes en la vida pública de la sociedad.

Contrario piensa Giovanni Sartori, quien cree que la “video política” es una modalidad que amenaza a la nueva democracia puesto que impone una falsa democracia televisiva donde impera la apariencia por encima del fundamento y la imagen sobre la razón.

Es por eso que Arancibia en recopilación sobre el proceso de mediatización en Chile, sostiene que la televisión se presenta y comporta como un agente que está más allá de sus propias condiciones de posibilidad, pues termina trascendiendo y se sobrepone a todo régimen de contingencia.

En materia de política, el rol fundamental de los medios consiste en promover la participación ciudadana y dar a conocer de manera eficiente los temas del mayor y más amplio interés. Gran parte de la corruptela política ocurre por el desconocimiento de las dinámicas en materia de políticas públicas y por ende de las lógicas sobre las que estas deben funcionar ante la ley.

No obstante, hoy lo relevante de la escena televisiva es que adopta mecanismos y atributos de tribunal: enjuicia, sentencia y normaliza las subjetividades. Según Bourdieu, niega cada uno de los requisitos y condiciones para que exista democracia; sus razones: la televisión impide pensar, imposibilita el rigor y la serenidad, silencia, enmudece  y paradójicamente invisibiliza; en vez de fomentar la participación ciudadana termina por castigar y censurar sus posibilidades.

Por el contrario, Dominique Wolton ha defendido a los medios con dos afirmaciones distintas; primero, lo medios de comunicación son condición de posibilidad para que exista democracia. Segundo, los medios de comunicación son la más sana manifestación de la sociedad democrática, de su madurez y estabilidad institucional. Donde existen medios de comunicación política hay democracia, a esto Wolton llama comunicación política.

La comunicación política se articula en tres esferas y agentes sociales: lo político, la información, y la participación. De acuerdo con Wolton el político debe exhibir su accionar, debe transparentar su gestión. El periodista debe investigar e informar a la ciudadanía lo que hacen los políticos. El ciudadano debe informarse para poder participar y para poder votar. Así la democracia deviene para Wolton un círculo perfecto entre la política, la información y la participación.

La comunicación juega un papel fundamental no solo en el ejercicio mismo de saber comunicar las prioridades que nacen de abajo hacia arriba, o del pueblo hacia los gobiernos, sino también de saber diferenciar, en el lenguaje político, aquellas cosas que son urgentes.

Es necesario advertir que la aplicación de la acción de comunicar se debe integrar adecuadamente con otros factores y en un contexto. Además, no se puede ignorar el entorno en que se mueve y los procesos políticos, sociales y económicos. De hecho, ninguna técnica de comunicación como lo señala Dominique Wolton, por más efectiva que sea, llegará a alcanzar el nivel de complejidad de la comunicación humana.


Bibliografía

Barbero  J.M. Los descentramientos del arte y de la comunicación, en Carlos Ossa (compilador) La Pantalla Delirante, Santiago de Chile, Lom Ediciones/Universidad Arcis, 1999, pp. 85-99.

Sojo C. La modernización sin Estado: el destino privado de las políticas públicas. En publicación: La gobernabilidad en América Latina. Balance reciente y tendencias a futuro. FLACSO, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Secretaría General. 2005. (formato CD).

Arancibia J.P. Comunicación Política, Capítulos  III, IV y VII

 

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