"Yo tomo tinto en esta casa hace 15 años Doña Rebeca y su nieta siempre nos han atendido muy bien, además es muy agradable hablar con ellas" dice Carlos Suárez. Todas las mañanas, don Carlos se sienta en la tienda de Rebeca Olarte, una mujer de 75 años que abre todos los días su negocio a las siete en punto, se sienta en su mecedora y espera sus clientes mientras la nieta organiza las sillas. Con el tiempo, sus clientes, más que vecinos, se han vueltos sus amigos.
Rebeca llegó hace 20 años al barrio Calarcá con su hija Esperanza que para ese entonces estaba embarazada. Cuando su nieta nació, su hija Esperanza esperó un tiempo, empacó sus cosas y se marchó sin dar ninguna explicación y dejando una pequeña de seis meses . Hasta el día de hoy Rebeca no sabe nada de su hija, sin embargo, todos los días la recuerda al hablarle a su nieta Herly Olarte, de su madre.
Hoy, Herly tiene 19 años y desempeña un papel fundamental en la vida de Rebeca, quien con el paso del tiempo ha ido perdiendo paulatinamente sus sentidos. Su nieta son sus ojos, sus oídos y su existencia.
"Cuando mi hija se fue, mi situación económica empeoró, los gastos que generan un bebe son muchos y yo no tengo una pensión ni nada parecido, ahí fue cuando decidí montar un negocio de tintos (siempre me han dicho que me quedan muy ricos)", cuenta Rebeca mientras se toma uno. Empezó vendiéndolos en un termo en las calles, ofreciendo sus tintos a taxistas y transeúntes. Luego, vendía empanadas y galletas y dulces para seguir incrementando sus ahorros y con un auxilio que logró del gobierno ,compró la casa que antes ocupaba en calidad de arriendo. "Desde ahí las cosas fueron mejorando, yo seguí ahorrando mucho y monte mi negocito," dice Rebeca. Un negocito pequeño para muchos, pero grande para ella porque con las utilidades que la tienda y el tinto deja, pudo darle estudio a Herly.
Actualmente el negocio continúa, y tiene unos clientes fijos como el señor Carlos Suárez que además de tinto busca a su amiga Rebeca. La historia de él se repite con muchos más que dicen que tomar tinto allí es como tomárselo en casa porque se disfruta de una buena compañía. Doña Rebeca ya no vende en las calles, espera a sus amigos en su negocio y ahí aguarda todo el día, hasta que Herly, su nieta regrese de su trabajo y su estudio. Ahora ella es dice Rebeca la que lleva la 'batuta' en su casa, sin embargo a Herly eso no parece molestarse, pues dice que se siente completamente feliz porque tiene la mejor abuela de todas y que mientras le sea posible le devolverá con intenciones y cuidados todo lo que esta mujer emprendedora a hecho por ella.
Rebeca llegó hace 20 años al barrio Calarcá con su hija Esperanza que para ese entonces estaba embarazada. Cuando su nieta nació, su hija Esperanza esperó un tiempo, empacó sus cosas y se marchó sin dar ninguna explicación y dejando una pequeña de seis meses . Hasta el día de hoy Rebeca no sabe nada de su hija, sin embargo, todos los días la recuerda al hablarle a su nieta Herly Olarte, de su madre.
Hoy, Herly tiene 19 años y desempeña un papel fundamental en la vida de Rebeca, quien con el paso del tiempo ha ido perdiendo paulatinamente sus sentidos. Su nieta son sus ojos, sus oídos y su existencia.
"Cuando mi hija se fue, mi situación económica empeoró, los gastos que generan un bebe son muchos y yo no tengo una pensión ni nada parecido, ahí fue cuando decidí montar un negocio de tintos (siempre me han dicho que me quedan muy ricos)", cuenta Rebeca mientras se toma uno. Empezó vendiéndolos en un termo en las calles, ofreciendo sus tintos a taxistas y transeúntes. Luego, vendía empanadas y galletas y dulces para seguir incrementando sus ahorros y con un auxilio que logró del gobierno ,compró la casa que antes ocupaba en calidad de arriendo. "Desde ahí las cosas fueron mejorando, yo seguí ahorrando mucho y monte mi negocito," dice Rebeca. Un negocito pequeño para muchos, pero grande para ella porque con las utilidades que la tienda y el tinto deja, pudo darle estudio a Herly.
Actualmente el negocio continúa, y tiene unos clientes fijos como el señor Carlos Suárez que además de tinto busca a su amiga Rebeca. La historia de él se repite con muchos más que dicen que tomar tinto allí es como tomárselo en casa porque se disfruta de una buena compañía. Doña Rebeca ya no vende en las calles, espera a sus amigos en su negocio y ahí aguarda todo el día, hasta que Herly, su nieta regrese de su trabajo y su estudio. Ahora ella es dice Rebeca la que lleva la 'batuta' en su casa, sin embargo a Herly eso no parece molestarse, pues dice que se siente completamente feliz porque tiene la mejor abuela de todas y que mientras le sea posible le devolverá con intenciones y cuidados todo lo que esta mujer emprendedora a hecho por ella.
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