Las mujeres hace rato dejaron el rol de ser únicamente mamás. Ahora son vendedoras, administradoras, de hecho es usual verlas hasta conduciendo taxis o busetas.
Los papeles cambiaron y es curioso ver cómo aumentan los casos de mujeres que, a pesar de tener esposo, son jefes de hogar y sostienen el mismo tras su incorporación al mercado activo.
Y aunque todavía se habla de una sociedad machista, lo cual hace que el camino laboral de la mujer esté lleno de tropezones, en Ibagué es notorio cómo un número de profesionales han logrado situarse en puestos importantes en las administraciones públicas o de empresarias privadas y están ocupando puestos de alto rango. Por nombrar algunos ejemplos: la directora de Cortolima, Carmen Sofía Bonilla; la secretaria de Hacienda del Tolima, Olga Lucía Alfonso; la secretaría de Apoyo a la Gestión de la Alcaldía, Martha Peña; la gerente de Infibagué, Adriana Magaly Matiz, y la gerente del banco BBVA y gestora Social de Ibagué, Silvia Ortiz.
Y aunque cada vez cobra más fuerza la participación femenina en el mercado laboral, de acuerdo con la economista Mónica Calderón, coordinadora del programa Ibagué, Cómo Vamos, persisten grandes diferencias entre hombres y mujeres en lo que respecta a indicadores laborales.
Basándose en los datos del Dane para el trimestre marzo-mayo de 2011, Calderón resalta la diferencia en el ámbito nacional de la tasa global de participación de 74.5 por ciento para el caso de los hombres y del 51.9 por ciento para las mujeres. “Esto indica que todavía la mujer está dedicada a labores propias de su género, como ama de casa y cuidado del hogar. Por otra parte, mientras que la tasa de desempleo para los hombres fue de 8.6 por ciento, para las mujeres fue de 14.6 por ciento, y consistente con estas cifras, la tasa de ocupación para los hombres fue de 68.1 por ciento, mientras que para las mujeres fue tan solo del 43.1 por ciento. “Estas cifras reflejan que las diferencias persisten y que hay que hacer más esfuerzos para mejorar el acceso de la mujer al mercado laboral”, señaló la economista.
Datos del Observatorio de Empleo del Tolima revelan la brecha existente en la tasa de desempleo: mientras en los últimos años (2008, 2009 y 2010) la tasa de desempleo de los hombres se ubica en promedio entre el 12 y 15 por ciento, la de las mujeres sostiene un rango de entre el 18 y 20 por ciento.
Para el economista de la Universidad del Externado Ramiro Gálvez Aldana, detrás del acceso de las mujeres al mercado laboral existe una serie de elementos claves, como la educación, que terminan por condicionar la vinculación de las mujeres al trabajo.
“Está claramente establecido el crecimiento de la matrícula tanto en secundaria y nivel universitario, eso es una muestra de lucha a pesar de que todavía existe una gran cantidad de mano de obra más bien poco calificada que incide en cualquiera de los campos”, señaló el profesional.
Ahora bien, ser mujer tiene un precio, lo cual implica puntos de discriminación: uno es, destaca el economista, el salario. “Estudios han demostrado que las mujeres ganan por debajo del 30 por ciento de lo que devengan los hombres, fuera del acoso sexual al que muchas se ven sometidas como resultado del machismo”, añadió Gálvez Aldana, reconociendo la participación femenina en distintos cargos y sus capacidades para enfrentar diferentes temas. “La Directora de Cortolima es buen ejemplo”, reconoció.
Discriminación de género
La desocupación femenina en Ibagué es superior a la masculina. En promedio la tasa de desempleo masculina es 16.60 por ciento y la femenina de 25.63 por ciento, es decir, existe una brecha de 9.02 puntos porcentuales. En el caso del total para las áreas metropolitanas, la brecha es de 4.94 puntos, subraya una reciente investigación hecha por María Angélica Mora y Óscar Andrés Espitia Lombo, estudiantes de Economía de la Universidad del Tolima, cuyo fin es identificar, a partir de la utilización de herramientas de tipo empírico, ciertos rasgos que lleven a respaldar la hipótesis acerca de la existencia de discriminación de género en el mercado laboral de Ibagué.
Otro dato interesante que arroja este estudio es la brecha entre las remuneraciones al trabajo que perciben los hombres y las mujeres. Para el año 2008, el análisis del promedio de los salarios para el total de hombres y mujeres ocupados de la ciudad registra un diferencial a favor de ellos, siendo 19 por ciento superior al de las mujeres. El informe también añade que las mujeres trabajan en promedio más horas que los hombres (6.4 por ciento horas más) y que los años de educación promedio de hombres y mujeres ocupados en la ciudad son casi iguales (8.8 y 8.7 años, respectivamente).
¿Dónde se concentra la presencia femenina?
Señala el estudio de los estudiantes de Economía de la Universidad del Tolima que las mujeres han sufrido en mayor medida los efectos de la flexibilización laboral, dado que se encuentran sobrerrepresentadas en aquellos empleos con vínculos laborales más inestables y desobligantes, y con menor rango y jerarquía. En la capital tolimense, el trabajo por cuenta propia se ha convertido en la alternativa laboral por excelencia para las mujeres, dado que su peso en el total de la ocupación femenina, 38 por ciento, supera a la proporción de hombres ocupados bajo esa modalidad, 31.3 por ciento. Por otro lado, la posición ocupacional servicio doméstico sigue concentrando un porcentaje bastante significativo de la ocupación femenina en la ciudad de Ibagué, 10.5 por ciento en el año 2001, siendo la disminución de su peso irrisoria para el año 2008. Los hombres ubicados en esta categoría, para el último año, solamente representaban el 0.17 por ciento del total de ocupados. Entre las personas que son analfabetas, ningún hombre se encuentra trabajando en servicios domésticos; sin embargo, el 7.61 por ciento del total de mujeres ocupadas se dedicaba a esta labor, en el año 2008. Ahora, son las mujeres con estudios incompletos de secundaria las que representan un mayor porcentaje dentro del total de ocupadas en esta posición ocupacional, registrando un 45.89 por ciento, circunstancia que mejora al terminar los estudios medios, pues disminuye su participación a 11.90 por ciento.
Si las mujeres inician la educación superior inmediatamente el porcentaje se reduce a 3.38 por ciento hasta desaparecer, cuando se encuentran en niveles superiores de escolaridad. Por tanto, se confirma la importancia de los estudios superiores para que las mujeres accedan a otras posiciones ocupacionales de mayor rango.
Política de inclusión
Así como los indicadores laborales muestran grandes diferencias entre hombres y mujeres, históricamente en materia de salarios las diferencias también se han sostenido entre los dos géneros, aduce la economista Mónica Calderón. De acuerdo con investigaciones realizadas por distintas firmas en Colombia, incluyendo el Banco de la República, titulada “Diferencias salariales en el mercado de trabajo formal en Colombia”, las mayores diferencias se presentan en el caso de los técnicos, auxiliares, obreros y operarios, lo que sugeriría que el nivel educativo también juega un papel fundamental a la hora de poder acceder al mercado laboral y a empleos de calidad. “En ese sentido se podría afirmar que una política de empleo que beneficie a las mujeres debe venir acompañada de una política educativa de mayor inclusión para este género”, indicó la experta.
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