domingo, 1 de marzo de 2015

La información periodística en el marco latinoamericano


Surge la necesidad de abrir el debate sobre la existencia de “un claro y deteriorado hecho de la información y la comunicación en función de una opinión pública sólidamente constituida”, tal y como lo afirma el escritor y teórico de la comunicación argentino, Aníbal Ford en su texto “Resto del mundo”, en relación con el protagonismo que ha venido adquiriendo en los últimos años y, particularmente en América Latina, el infroentrenimiento en la “agenda noticiosa”.

 Para empezar, es necesario reconocer que la noticia surge de la necesidad de comunicar algo, un proceso que por años ha consistido en usar los discursos verbales y no verbales y atravesar de manera transversal, como lo señala Stella Martini en su libro ‘Periodismo, noticia y noticiabilidad’, las prácticas de las sociedades.

Para Martini, esta definición presupone un proceso de retroalimentación que “excluye toda consideración del circuito de la comunicación como lineal, y reconoce al público como actor en la producción de significados”, dice. Finalmente, es el público quien da sentido o vida a esos mensajes transmitidos por medio de una subjetividad la cual está conformada de vivencias, estilos de vida dentro de una sociedad y una cultura determinada; en otras palabras un mensaje depende de un contexto, un momento y una cultura.

Es por eso que construir los acontecimientos para la socialización y la constitución de la opinión pública implica “un alto grado de responsabilidad por la capacidad de alcance y naturalización de los discursos massmediáticos”, subraya Stella Martini.

Así mismo, señala cómo el trabajo de periodista se desarrolló, en su mayoría, “en un contexto de sociedades de crisis, de fuertes transformaciones socioestructurales y de una tensión constante entre las noticias que producen y el estado de la opinión pública, por una parte, y en una relación conflictiva con el poder político y económico. (Martini, 2.000: 25).

Incluso, a lo largo de la historia hemos visto cómo diferentes sucesos que marcaron historia en el mundo, trasformaron la manera de ver el periodismo, realzando la profundidad de lo narrado, sin dejar espacio para la ficción, pues tanto los personajes como los hechos deben ser reales.

En el marco latinoamericano, no es fácil explicar la evolución de las noticias; sin embargo, las distintas doctrinas y teorías provenientes de otros países, así como la aparición de nuevos pensamientos, hicieron del drama, las tradiciones, las letras, las costumbres, la economía y la gramática misma de la lengua, la mayor fuente de riqueza de la comunicación.

El reconocimiento de una realidad camino a la globalización y los grandes cambios en materia cultural, no son ajenos a la urgencia de articular la información, la comunicación y la cultura, ¿pero, cómo hacerlo de forma adecuada? Muy acertado resulta Aníbal Ford al decir en su texto ‘Resto del mundo’, que uno de los ejes de esta problemática es la relación entre la información y una de sus zonas de mayor condensación: la noticia, teniendo en cuenta su larga persistencia y la forma en que se generó a mediados del siglo XIX, durante la urbanización, la revolución industrial y esa etapa de la modernidad.

Así pues en el estado ideal de lo que es noticia, habría que definirla como aquella que rompe con lo cotidiano y revela lo desconocido. Su importancia debe ser tan alta que debe interesar a un amplio grupo de personas y responder, de acuerdo con Stella Martini, a los criterios de novedad, imprevisibilidad, excepcionalidad, relevancia, jerarquía de los protagonistas y efectos en el futuro.

Al tomar en cuenta los valores que rigen la noticiabilidad, “la noticia puede ser definida como la construcción periodística de un acontecimiento cuya novedad, imprevisibilidad y efectos futuros sobre la sociedad lo ubican públicamente para su reconocimiento”, dice Martini.

 Según la autora, en la noticia se estudian las formas en que se legitima y naturaliza como discurso ante la opinión pública los discursos, los criterios de noticiabilidad a los que corresponde y bajo qué clasificación aparece los sentidos posibles construidos, y la conexión con las series de representaciones que circulan en la sociedad.

Es así, pues, que el punto de partida de la noticia son los acontecimientos, los cuales marcan una ruptura en la historia diaria y que son noticiables en un momento determinado.

Entre los valores más importantes de las noticias están la novedad, originalidad, evolución futura de acontecimientos, importancia y gravedad, proximidad geográfica del hecho a la sociedad, magnitud por la cantidad de personas o lugares implicado, incluso la jerarquía de los personajes.

Stella Martini y Lila Luchesii, en el capítulo III del texto ‘Noticia y agenda: el periodismo en acción’, coinciden en que la noticia desplaza el hecho y ocupa desde su propia relevancia, lograda por el trabajo de construcción, el espacio mediático. “El trabajo depende del tipo de suceso, es decir, hay modalidades que se aplican habitualmente para los temas y las series de acontecimientos, para, para la nota que sale en un bloque o una sección determinados, describen.

Según las autoras, los acontecimientos que se hacen públicos tienen el carácter de imprevistos y de excepcionales. Esto es, la noticia es el relato de la excepción de un acontecimiento fuera de serie que desarma  la repetición cotidiana de la vida en una sociedad, del mundo, y lo lleva a las tapas de los diarios, a la pantalla televisiva, al aire de la radio.

“Otras veces un acontecimiento se transforma en un tema que se instala en la agenda del medio y constituye una serie como el de las migraciones pobres o el del desempleo en los sectores más jóvenes de la población” (Martini, Luchesii, p. 38).

En función de informar, las fuentes juegan un papel fundamental en las noticias. Son las herramientas indispensables para la construcción de la misma. La mezcla ideal entre lo real y lo objetivo, la sensibilidad y el interés ante un hecho. La noticia por su condición contiene elementos valorativos que intenta reflejar lo acaecido dando fechas, datos exactos, y por su puesto un relato lo más cercano posible de la verdad.

Para Stella Martini y Lila Luchesii, las principales fuentes de información que por lo general suelen ser  los actores de los acontecimientos, necesitan del espacio y la difusión que los medios les permiten en el ámbito público. “Las fuentes de información, los públicos y los  periodistas constituyen la triangulación básica operativa en la construcción de la noticia”.  

No obstante, también hay que reconocer que el proceso de construcción de la noticia está sometido a presiones de diversos grados y orígenes. Según McQuail, en el centro de las demandas y presiones está la empresa de medios y sobre ella, en un primer nivel operan las fuentes, las audiencias, los  propietarios y los anunciantes y en un segundo nivel, los inversores, los grupos de presión (nacionales y trasnacionales), el gobierno y las instituciones políticas y sociales.

Para nadie es un secreto que hay que hacer una noticia vendible y esta a su vez, se convierte en la manera de medir el éxito de los medios. La necesidad de producir información simplemente para entretener una audiencia poco hábil para clasificar su nivel de influencia se reduce con el infoentretenimiento, aplicada más que todo en televisión. En este proceso la noticia deja de ser noticia para convertirse en espectáculo, algo que producirá expectativa, sensacionalismo y asegurará una audiencia gustosa por este tipo de información.

Las tragedias, las comedias  y en general el espectáculo comenzaron a tomar bastante fuera en América Latina poco después de que los temas de comunicación, incluidos sus estudios y efectos tuvieran un componente de politización, como resultado de la relación entre los procesos de transformación social, los modelos de desarrollo y las propuestas políticas de cambio estructural.

Los temas de política de los canales informativos empiezan a simplificar sus informaciones, sesgar y muchas veces censurar noticias en función de los intereses de los propietarios de medios.

 El conocimiento entre el profesional y sus fuentes es importante para el trabajo del ejercicio cotidiano; sin embargo, hay que tener cuidado, pues una fuente habitual  en ocasiones puede necesitar favores y exigir a su vez exclusividad.

Por otro lado, están los ciudadanos del común, que se constituyen en fuente informativa cuando son protagonistas de hechos que causan conmoción y que pueden derivar en sucesos futuros.

La profundidad describe un estilo de la noticia. Pero también una forma de entender la noticia. En este caso, definición de la noticia y estilo de la noticia se equiparan porque la exigencia por mayor profundidad se reitera en varios testimonios. Igaulmente, sin desvirtuar los hechos noticiosos fundamentados por la objetividad, cada periodista imprime su sello personal, por lo que intenta hacer una clasificación  de  la información, sin perder la esencia del género, que en últimas es informar.

Entonces aquí viene el papel de los medios. De acuerdo con la politóloga, Noelle-Neumann, la función de los medios se manifiesta en las acciones de los ciudadanos. “Pero la información periodística es cada vez más un insumo para la inserción en la socialización cotidiana que una herramienta de construcción de ciudadanía comprometida con la democracia”, dice.

La mayoría de medios se rigen por una agenda, resultado de los temas seleccionados y construidos como noticias, pero, a la vez, es la posibilidad para la audiencia de organizar su consumo. En ella se incluyen las visiones, las necesidades, los contratos de lectura y los pactos con las fuentes.

No hay que olvidar que la noticia se enfrenta con una realidad: la inmediatez, la misma que a veces resulta pobre e invade la misma función del ejercicio ante la urgencia cotidiana de tener que informar. El debate público hoy se centra en su intento por profundizar y mostrar con rigor y transparencia una realidad, que hoy es cuestionada por otros poderes de orden político, económico y social. Es cuando aparecen los principios que rigen al periodismo y de los medios por salvaguardar una independencia, lejos de los poderosos.

Un oficio que debe jugar con otros elementos necesarios en el marco de construcción de sociedad: la democracia y  la opinión pública, ambas  como parte de un proceso de transformación sociocultural en marcha, crítico e incierto.

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